Sabri se fue, me lo dijeron después, como si alguien pudiese esconder una cosa tan enorme.
Sabri se fue y yo lo supe, lo sabía: en mis charlas, lo había dicho que tenía varias razones para volver a casa y que, una de las cosas que no podían faltar, era justo hablar con ella.
No es una queja, es que ya lo sabía: de alguna forma, ya lo sentí.
Se trata de ser honesto, de intentar por lo menos dar algo de sentido a una cosa tan grande, tan impactante y tan imposible de aceptar pasivamente. Lo he hablado con mis padres, los dos, parece que la cosa sea sencillamente algo que aceptar. Ahora Sabri esta mejor ...
No juzgo ni critico, no sirve de mucho, solo no me encuentro en esa linea: para mi esto no es un hecho aislado y punto. Es decir: en si es un suicidio, lo cual es mucha cosa, pero además no es ni una muerte ni un malestar aislado.
Viendo todo lo que ha pasado desde la muerte de mi tío Massimo en adelante, estoy convencido de que hay una sombra negra que como bastón esta golpeando duro la familia (disculpe la citación Mauro Corona).
Un sombra oscura que pesa y, a la vez, no puede ser combatida: demasiado tiempo, demasiadas generaciones de una familia que no saben - y ya ni pueden - dialogar de algo que solo el dialogo puede ayudar a retratar.
Y eso sería solo el primer paso ...
Es muy difícil para mi sacar conclusiones sobre todo esto, de hecho, no pretenden serlo aún menos elevarse a nivel de juicios o evaluaciones. Pero hay algo, mucho, que se queda en mi de todo esto y este espacio es mío, es para mi y para aquellas personas que quieres saber de mi.
No estuve allí, ni siquiera se si hubiese podido hacer algo bueno estando allí y no subestimo el sufrimiento de quienes vivieron cada paso de todo esto. A mi me tocó otro entorno, parcialmente protegido por los esfuerzos de mi padre. Pero lo siento, no me puedo alinear a que “sencillamente fue”.
La sombra no es tema: me preocupa, se que existe, pero estoy tan consciente de su existencia como de la asignatura pendiente que me queda. Tal vez, a medida que la apruebe podré pensar en ayudar a los que quieren enfrentarse.
El asunto es que no puedo dejar ir, no puedo aceptar, no puedo perdonar. Como si fuera un católico radical, no logro perdonar el abandono a la vida que es jodida, pero es la que hay y no se abandona, se vive con lo que sea, con lo que se tiene.
Te quiero Sabri, pero no te perdono, no perdono a la familia, no perdono a los médicos (ni bipolar ni cojones), a quien sea que hubiese podido aportar, ganar tiempo, darnos tiempos para llegar a levantar y plantar otra vez el baluarte de la alegría.
Quito, 15 de Julio – 2 de Noviembre de 2010